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lunes, 8 de febrero de 2016

El Oráculo del I Ching: El Poder

El mensaje de la semana a través del I CHING: El Poder (34)

El trigrama superior representa el Trueno, el movimiento, lo impulsivo, lo perturbador. El trueno se despliega y genera movimiento desde lo alto del cielo.

El trigrama inferior simboliza el Cielo, la fortaleza, lo creativo, el poder, lo que inspira. El cielo es la cabeza, donde se concentran la rectitud y lo grande.

En este hexagrama tenemos la unión de la fuerza y el movimiento, ambos nos proporcionan la iniciativa necesaria para avanzar hacia nuestros objetivos.

El Oráculo del I Ching, 34, El Poder


En la imagen vemos a un gran dragón de color verde que se encuentra gravitando entre los distintos planetas, estrellas y satélites.

Los planetas se mueven en órbitas muy limitadas, dentro de un orden muy estricto, en determinadas galaxias, y nunca cambian de galaxia ni se producen cambios aleatorios y contradictorios en su comportamiento.
Esto nos lleva a pensar que si en el Universo hay un orden establecido, entre grandes esferas, que se mueven sin chocar unas con otras, a nivel cotidiano, mantener ese orden debería resultar menos complejo de conseguir y mantener.

En nuestro sistema solar es el Sol el encargado de nutrirnos con su energía.

A nivel interno, el bajo vientre es el centro que contiene la energía.
Los japoneses lo llaman hara, y los chinos dan tien.

Es un punto energético que se encuentra a unos cinco centímetros por debajo del ombligo. Se dice que es el centro donde conectan cuerpo y alma.

La energía puede ser positiva si con ella se crea y negativa si con ella se destruye.

El que posee poder tiene la capacidad de influenciar a otros a gran escala. Ser poderoso no es lo mismo que tener la fuerza del poder, ya que si sólo eres poderoso, es posible que ese poder te corrompa, convirtiendo tu destreza en tiranía, dogmatismo, egoísmo y beligerancia, ya que no consentirás que nadie te lo quite.

Por otro lado, tener la fuerza del poder implica, primero, ser consciente de que es una fuerza y como tal hay  tener en cuenta su potencial.

Cuando obtenemos poder, nuestra dignidad, carácter y respeto por nosotros mismos se ponen a prueba, ya que el hecho de tener facultad para tomar decisiones, implica que decidas lo que decidas habrá consecuencias, y no todas van a ser inmediatas, por lo que hay pensar muy bien lo que se hace para que no nos traiga el desastre ni a nosotros ni a los otros.

Lo sensato es actuar con prudencia y responsabilidad, no tomando decisiones ni mal meditadas ni precipitadas.

Si sustituimos mentalmente “poderoso” por “responsable”, vemos como el asunto toma un cariz diferente.


Resulta indispensable mantener el autodominio y la honestidad. Con iniciativa se pueden conseguir grandes cosas si tenemos en cuenta que la fuerza del poder conlleva responsabilidad, y que hay que gestionarla con sabiduría y templanza, sin orgullo ni abusos de poder.

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